dilluns, 27 d’octubre del 2008

1. Guerra y miedo. Los orígenes del exilio del Pallars

Desde el momento en que se empieza a preparar el golpe de estado de julio de 1936, sus impulsores tuvieron claro que tenían que deshacerse de cualquier tipo de oposición. La manera de hacer olvidar los resultados de las elecciones de febrero de 1936, era conseguir que por allí donde pasaran las tropas fascistas, las cosas no volvieran a ser nunca como antes. El uso de la violencia, el asesinato y el miedo no era improvisado, estaba en la base del plan del general Mola:
“Hay que sembrar el terror… hay que dar la sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías. Si vacilamos un momento y no procedemos con la máxima energía, no ganamos la partida. Todo aquel que ampare u oculte sujeto comunista o del frente popular, será pasado por las armas”
Durante la primavera de 1937 y en abril de 1938, el Pallars acogió a centenares de refugiados que provenían de las provincias de Cádiz y Málaga. Estas mujeres, niños y ancianos huían de las tropas nacionales, de aquello que habían visto y oído; con ellos llegó la noticia de las atrocidades cometidas por las tropas rebeldes, mucho antes que el frente de guerra llegara a Cataluña.


El mes de marzo de 1938 se produce el hundimiento del frente de Aragón, con un rápido avance de las tropas rebeldes hacia Cataluña: el día 3 de abril cae Lérida, el 6 Balaguer, el 7 Tremp, el 11 Sort y hacia el 14 de abril las primeras unidades de exploración ya están en Esterri d’Àneu. El 20 están en la frontera del Pont de Rei (Valle de Arán), prácticamente sin encontrar resistencia en ningún sitio. Prueba de este rápido hundimiento es que entre el 1 y el 15 de abril, en el Pirineo se vivió un exilio prácticamente simultáneo de población civil y unidades militares republicanas, desde el valle del Cinca hasta el rio Noguera Pallaresa y el rio Noguera de Cardós. En la cabecera del Cinca, en el valle de Bielsa, resistió más tiempo la 43ª división republicana, pero también se vivió un exilio civil en abril de 1938, hacia Aragnouet. Este exilio de Bielsa fue sin duda el más numeroso y popular en los medios de comunicación internacionales durante el año 1938.

Del Pallars hacia Ariège no hubo solamente un exilio, hubo casi ocho meses de exilios intermitentes. A partir de los controles que los franceses realizaban sobre los refugiados se puede establecer la evolución del exilio del Pallars durante el año 1938. Las rutas de exilio pallarés por los valles del Salat y de Ustou confluían en Seix y después en la estación de tren de Saint-Girons. En un primer momento predominó el paso por el puerto de Salau y en algún caso por Orla, y hacia el final el paso por Marterat y otros puertos.

divendres, 24 d’octubre del 2008

2. El primer gran exilio

Entre los días 7 y 10 de abril de 1938, se produce la máxima afluencia con casi 500 refugiados a través de Salau. Aunque este exilio se produce en un momento de desbandada general es sobre todo un exilio local. La motivación del exilio fue continuar al lado de la República y el miedo a los combates, la represión y los abusos sobre la población civil. Pasando por Salau, en estos días previos a la ocupación fascista encontramos grupos numerosos: de carabineros de Alós y sus familias, de refugiados malagueños que hacía meses que vivían al alto Pallars, de familias pallaresas, y sobre todo también muchos hombres del valle de Àneu en edad militar. Entre los primeros que pasó hubo un ganadero con 10 mulas, hecho que quizás no fue casual, y que debió facilitar el paso a través de la nieve.

Todos ellos fueron retenidos e identificados en el pueblo de Salau. De allí mujeres, niños y viejos eran transportados en autobuses hacia Seix, donde se vacunaba a todo el mundo, y donde eran alojados, a menudo con la colaboración de la población civil francesa y de los comerciantes, pagados por el gobierno francés. Los hombres bajaban los 14 kilómetros hasta Seix a pié. La siguiente etapa era la estación de Saint-Girons, desde donde los hombres eran inmediatamente repatriados en España y la población civil alejada de la frontera, conducida en un primer momento hacia la ciudad de Rodez, en el Aveyron.

El exilio del puerto de Salau fue casi anónimo, sin portadas en ningún periódico, pero fue inventariado por los gendarmes y descrito detalladamente en unas pequeñas crónicas del corresponsal de La Dépêche en Seix. Acompañando y hablando al azar con los refugiados el periodista fue recogiendo impresiones e informaciones precisas.

"Ayer decíamos frontera infranqueable hablando de la del Ariège, pero la rabia de la desesperanza hace surgir energías que sobrepasan los límites de las fuerzas humanas, y hoy la población, huyendo de las tropas Moras de Franco –es así como nos lo explican- cruzaba el puerto de Salau, el más accesible del Ariège, a pesar de sus 2.045 metros de altitud y a pesar de la altura de la nieve que parecía prohibir el acceso" (La Dépêche, 08/04/1938)

"Una mujer ha dado a luz a 6 kilómetros de Salau, en plena montaña y sobre la nieve. Los habitantes de Salau y los Guardias Móviles han ido a socorrerles. Parece que el recién nacido está vivo [...] llegan a cada momento en pequeños grupos. Las mujeres lloran llevando criaturas. Los hombres andrajosos [...] con la mirada fija, palabras entre los dientes, la barba larga. [...] Los más débiles se estiran cerca del camino y esperan el próximo grupo que los atrapa, para continuar bajando con ellos [...]. Nos unimos al primer grupo formado por 7 hombres, 5 niños, 6 jóvenes, y 2 hombres de 50 años. Poco después aparecen 27 mujeres y niños en un estado lamentable. Se les vacuna en la Gendarmería de Seix. A las 19:30 otros 35 refugiados, acompañados de carabineros pasan hacia Couflens; otros 40 a las 22 horas. Éstos últimos precisan que por la montaña bajan más de 300 de sus compatriotas. Huyen porque están seguros, dicen ellos, que los soldados italianos y alemanes saquean y masacran todo en su paso. [...] Llegan de Esterri; pero entre ellos hay refugiados del sur de España, venidos hace 7 ó 8 meses, de Algeciras, de Cádiz y de Málaga. En Seix se les aloja en las casas y comen en el hotel. Se da leche a voluntad a los niños" (La Dépêche 08/04/1938)

"Pudimos hablar con Trinidad López Delgado, 38 años, nacida en Málaga [...]. Se ha marchado de su país a causa de la aviación franquista y por el miedo a los legionarios marroquíes. A causa del buen tiempo asegura que no ha sufrido mucho durante el viaje, excepto en lugares donde la nieve le llegaba hasta la cintura. Agradece a los franceses la acogida y sus atenciones, sin olvidar a la «guardia civil» de Salau" (La Dépêche 09/04/1938)

"La mujer que parió a 6 kilómetros de Salau, dando así un pequeño francés a nuestro Couserans, fue recogida en Salau por una mujer extraordinaria, Madame Pujol, que perdió a tres hijos durante la gran guerra. Esta mujer se significó por su trabajo durante las inundaciones de octubre. La tenemos que felicitar por su buen corazón de ayer y de hoy. El bebé de la refugiada se porta de maravilla, en el futuro podrá recordar el lugar donde nació: cerca de un camino sobre una cuna de nieve" (La Dépêche 10/04/1938)

"La miseria de los refugiados. La semana pasada una decena de refugiados fueron dirigidos a Rodez. Este convoy es un resumen impactante del drama español. Había una madre valiente con sus 8 hijos, el más joven de los cuales tenía sólo unos meses. Provenientes de Málaga hace un año, a causa de la huida fueron separados del padre de quien no han podido tener noticia alguna. Con esta desgraciada familia viajaba un anciano de 66 años, exiliado él también de Málaga, y que había visto a todos sus hijos y a su mujer muertos por un torpedo. El anciano, superviviente de la guerra de Cuba, explicaba tristemente sus desgracias; sus ojos apagados, ya que era casi ciego, lloraban con melancolía y nos decía que él sólo esperaba la tumba como una liberación" (Le réveil Saint-Gironnais, 01/05/1938)


2.1. El 7 de abril de 1938. El exilio de los carabineros de Alós

José María Garza Catalán era un joven carabinero destinado a la aduana de Alós d'Isil desde primeros de 1936. Casado con Teófila Gil Cuesta, tenían un niño, Ramón, nacido durante la estancia en Alós. Con el golpe de estado los carabineros permanecieron siempre fieles a la República. La familia Garza entró en Francia el 7 de abril a las 15 horas, el día 8 fueron fichados en Salau. Con ellos hemos podido constatar la presencia de otros carabineros de Alós, como Antonio Aguilar Peña y su esposa Isabel Campillo Anche. Los hombres fueron conducidos a Cerbere y hacia Cataluña, las mujeres y niños hacia Rodez. Hacia el año 1990, José María escribió en Toulouse, unas breves memorias del exilio de los carabineros.

“Esto era sobre los primeros días de Abril de 1938. En este momento nos reunió el comandante de Puesto y nos dijo: «he recibido noticias del teniente el cual me dice que pasemos la frontera lo antes posible». Todos como uno así lo hicimos. Fuí a casa y le dije a mi mujer: «prepara lo más necesario en una maleta que vamos a pasar la Frontera» y así lo hicimos todos [los] de las Aduanas. Yo llevaba el fusil y la pistola, una manta y la maleta, mi mujer llevaba el chico. Cuando nos cansábamos poníamos la manta encima de la nieve y descansábamos, había bastante nieve [...] y un viento muy frío. Nuestro hijo llevaba la cara con sangre a causa del frío y el viento. Aquello era una procesión interminable, todos deseando llegar a tierra Francesa. Me recuerda la brecha de Roland. Serían sobre las tres de la tarde, llegamos a la cúspide donde había dos montañas y un muy estrecho paso que sólo podían una o dos personas donde había escrito en grandes [letras] España-Francia. Al pisar tierra francesa dijimos: «viva La Libertad, ya somos libres», nos abrazamos y no pude por menos que llorar. Ahora ya íbamos cuesta abajo y ya llegamos a la paridera o borda al anochecer donde allí pasamos a la intemperie deseando que hiciera de día.
Para llegar al pueblo de Salau, antes de llegar al pueblo en camino había una mesa y cinco gendarmes te pedían la documentación y te recogían los fusiles y las pistolas así ya quedábamos desarmados. Una vez en el pueblo de Salau las mujeres y los niños de un lado y los hombres de otro lado. Las mujeres y niños se los llevaron en camiones. Este momento fue muy amargo. Y nosotros fuimos en diferentes etapas a Saint Girons. Antes de llegar a Saint Girons pasamos Seix donde nos vacunaron. Al día siguiente llegamos a Saint Girons conducidos por gendarmes como si nosotros fuésemos criminales. En Saint Girons montamos en el tren con dirección Toulouse. En la estación nos esperan los Gardes Mobiles con el fusil y formados. Muchos comités nos daban paquetes con comida y los guardias móviles no les dejaban acercarse a nosotros y como podían la pobre gente nos daban paquetes por las ventanillas”
(Archivo de la familia Garza)

3. El exilio entre abril y mayo de 1938

Después de los primeros días de abril que vieron la llegada de numerosos grupos de exiliados, retornó brevemente la calma en los valles de Salau y de Ustou. Las tropas franquistas habían ocupado la carretera principal, tanto en el valle de Àneu como en el de Arán y habían llegado a la frontera en Lès, pero en cambio no controlaban todavía amplias zonas del Naut Aran. De nuevo las breves notas de los periódicos y semanarios del Ariège nos informan de la situación que se vivía en el Pallars, con algunas zonas ocupadas por los rebeldes, otras en reorganización republicana y zonas que no estaban ocupadas por nadie, como las riberas de Alós y de Montgarri. A finales de abril y principios de mayo de 1938, llegaban de nuevo grupos de refugiados. Los gendarmes y el periodista constatan que, a pesar de la ocupación franquista había un goteo de refugiados que continuaba llegando. Este hecho interesó al periodista de La Dépêche ya que a menudo llegaban de zonas ya ocupadas y quería saber si se habían cumplido los augurios de atrocidades que le explicaron los primeros refugiados, los que huyeron antes de la llegada de las tropas franquistas. El goteo de exilios mostraba que la ocupación militar fascista no alcanzaba el control total del territorio.

"En el momento de la ocupación de los valles del rio Noguera-Pallaresa y de Arán, asistimos al paso en masa en Sant-Girons de centenares de niños, mujeres, viejos y milicianos, que huían ante el horror de los combates. Desde hace ocho días hemos asistido al éxodo de otros refugiados que huyen de lo que llaman las atrocidades del ejército de Franco. Son mayoritariamente jóvenes, que según ellos mismos confiesan, se escondían esperando el retorno de las fuerzas republicanas. No volviendo rápido estas fuerzas y con las brigadas navarras de depuración sobre el terreno, los antifascistas huyen. Entre estos refugiados hay algunos viejos, son "concejales" o "alcaldes" del régimen republicano, y se entiende muy bien que esta buena gente no espere para hacer el traspaso de poderes a las nuevas autoridades franquistas. El terror reina en toda esta región; a los horrores de la guerra civil se añaden las denuncias y las venganzas personales" (Le réveil Saint-Gironnais, 05/05/1938)

"La tarde del 30 de abril, 18 refugiados de los alrededores de la frontera española llegaron a Seix. Había hombres, mujeres y niños. Entre ellos se encontraban dos peones de nacionalidad portuguesa, llamados F. Domingo y F. Montalbe [Se refiere a Domingo Fernandes y Francisco Gonsalves].
Preguntado el primero, que habla bien el dialecto de los vecinos de nuestra frontera, ha contestado como sigue a las preguntas que hemos hecho: "Yo estaba cerca de Esterri, después de cinco años, donde estoy casado y soy padre de dos criaturas. He dejado a mi familia para buscar trabajo, ya que allí no hay nada, ni pan, ni vino, ni vestidos. Las tropas nacionalistas ocupan la región desde hace unos 20 días. Hay en Esterri 4 o 5 mil hombres: italianos, alemanes, españoles y moros, bajo las órdenes de un comandante. Nos han obligado a trabajar para ellos gratuitamente. A mí me llevaron al valle de Arán para recoger armas y municiones abandonadas. Los que se negaban a hacerlo eran amenazados con una pistola". Le preguntamos si ha habido combates en el alto valle de la Noguera y si ha habido atrocidades cometidas por los moros, sobre las mujeres especialmente. Nuestro informante responde: "No ha habido ningún combate en la región de Esterri, ya que los republicanos españoles no han opuesto ninguna resistencia. No he oído hablar de abusos sobre la gente; en concreto no he oído decir que mujeres jóvenes hayan sufrido violencias, como se habría producido en otros lugares". Nuestro interlocutor asegura que ninguna carretera se encuentra cortada en los alrededores de la frontera, por encima del pueblo de Alós, entre Alós y el puerto de Salau, no encontró ningún servicio de control (La Dépêche, 01 y 02/05/1938) [Estos dos refugiados formaban parte de un grupo de mineros portugueses que hacía años que trabajaban en las obras de la carretera de Esterri en Alós. A pesar de sus afirmaciones un minero portugués ya había sido asesinado el 17 de abril de 1938]

"La tarde del miércoles [04/05/1938] 23 refugiados, hombres, mujeres y niños llegaron a Seix, procedentes de Couflents. Habían entrado en Francia por el puerto de Salau. Todos estos extranjeros son originarios de las localidades vecinas de nuestra frontera: Esterri y Alós. Preguntados sobre los motivos reales de su éxodo todos son unánimes al reconocer que la vida se ha vuelto extremadamente difícil en la Península Ibérica en los últimos meses: «Todo -nos comenta uno de ellos- es requisado por el ejército. Ya no es posible encontrar lo necesario para vivir y vestirse. En el alto valle de la Noguera la vida se ha convertido en imposible». Otro añade: «Yo soy de Esterri donde desde la llegada de los soldados de Franco, estamos vigilados como delincuentes. Además las gallinas y los conejos desaparecen durante la noche. Con o sin pruebas se acusa a los soldados». La mayor parte pensaban que se podrían quedar en Francia, habían oído decir que tendrían que escoger libremente entre Franco y la república pero no se lo habían creído" (La Dépêche, 06/05/1938)

4. La huida de Alós

Entre el 27 de mayo y el 1 de julio de 1938 la inseguridad, el miedo, la represión, los asesinatos y también las deportaciones de población civil hicieron que una buena parte de los habitantes que todavía se estaban en Alós se decidieran a marcharse. El miedo se fundamentaba ya en experiencias próximas de represión y asesinatos. El 17 de abril en el Prat del Fuster de Sorpe fueron ejecutadas once personas. El 24 de mayo nueve personas del valle de Unarre fueron asesinadas en el Hostal de Aidí. Nuevamente el corresponsal de La Dépêche recoge el testimonio clave de un adulto, en el momento preciso del exilio.

"Desde hace un tiempo los refugiados eran esporádicos. La tarde del sábado y la mañana del domingo 29 de mayo, hemos visto llegar a 41 nuevos refugiados en Seix: hombres, mujeres y niños, venidos de los últimos pueblos del valle del Noguera Pallaresa. La mayor parte son de Alós [...]. Preguntados sobre este éxodo tardío, ya que los nacionalistas ocupan este valle desde Pascua, todos son unánimes en declarar que su existencia se había vuelto imposible, tanto desde el punto de vista de los alimentos como en relación a la inseguridad. Uno de ellos, J. Diu [Jaume Diu Tusal, el carpintero de casa Pixeu], 60 años, nos dice que durante 22 años vivió en Toulouse. Nos explica en buen francés cómo el pueblo español sufre en este momento, físicamente todavía más que moralmente. Le pasamos pues la pluma: «Soy un propietario bueno de Alós, donde vivía cómodamente. El año pasado con motivo de los acontecimientos que trastocaron a nuestro desgraciado país, constituimos un comité local republicano, del que era presidente. El Tort de Alós, de quién debéis conocer la fama, era el secretario. Éste, con muchos otros, pasó los puertos los primeros días de la llegada de las tropas franquistas a Esterri.
Todos los que estábamos marcados tenemos que vivir permanentemente con angustia, a disposición de una patrulla. Sabíamos la suerte que nos esperaba ya que mucha buena gente de Esterri, o de otros lugares, han sido diariamente martirizados y fusilados. Otros han sido evacuados hacia destinaciones desconocidas y nunca más han dado señales de vida. Desde que los republicanos dan signos de actividad en las montañas, de Campirme hasta Tremp, refuerzos nacionalistas llegan diariamente a Esterri y hasta Isil. El jueves pasado [26/05/1938], hacia las 9, 17 Guardias Civiles llegaron a Alós y requisaron el ganado y los comestibles. También trataron de detener los destacados del pueblo, que ya habían huido cuando los Guardias se acercaron al pueblo. Nuestro pueblo que hasta aquel día sólo había recibido la visita de algunas patrullas ha sido pues ocupado. Ha seguido la suerte de los pueblos de abajo en la Ribera donde la población es desposeída de ganado y comestibles y diezmada por ejecuciones sumarias. Así pues, para escapar del hambre, de los actos más que bárbaros y, algunos de nosotros, de la muerte segura, después de una cruel espera, hemos abandonado casas y bienes para llegar a Francia donde empezamos a respirar a pesar de nuestro triste final [...] J-D».
"(La Dépêche, 31/05/1938)

Unas sesenta personas procedentes de Alós, de casa Jaumetó, Cabalet, Peian, Peiró, Pixeu, Sanet, Vinyau, Guillem, Marieta, Miqueu, y Sans, de casa Torret d'Isil y un matrimonio de Son decidieron huir conjuntamente. Casi todos fueron conducidos hasta un centro internamiento para refugiados en Clermont-Ferrand, departamento de Puy-de-Dôme. A través de los recuerdos de los niños que vivieron este exilio y que hoy son los únicos que lo pueden explicar en primera persona, se ponen de manifiesto algunos detalles interesantes. Alós continuaba sin estar ocupado pero sus habitantes empezaban a sufrir la presencia más continuada de tropas franquistas. Así lo muestra el atestado y el mapa que los gendarmes hicieron unos días después cuando interrogaron una unidad de exploración republicana que entró a Francia por Salau.

Aquel día 26 de mayo de 1938 la Guardia Civil se presentó en Alós por la mañana, preguntando por algunos de los vecinos.

“Su padre [Antoni Palacín Badía] dice que estaba en la plaza y llegó la policía y le preguntaron si conocía a Antonio Palacín, el de casa Sanet, y entonces él dijo: «pués mira ahora pasó por allá abajo que iba por aquella…» digo, tuvo coraje, ¿fuerte, eh? que otro pues dice «sí, soy yo». Uh! Lo enganchan y lo matan como… [...] y él se marchó del otro lao, ¿qué te parece?” (Juliana Boada, agost 2007)

Los guardias también fueron a la taberna de casa Jaumetó, preguntando por el cabeza de familia, Joan Cortina Esplandiu. Antònia Vidal, su esposa, dijo que se encontraba en unas bordas muy alejadas, con los animales y que tardaría en volver. Joan en realidad había ido a Francia a buscar contrabando. Por la noche, con la casa llena de guardias, Antònia Vidal, que estaba embarazada, Mercè Comenge (una chica de 15 años que trabajaba en la casa), y los dos hijos del matrimonio se escaparon por una ventana y llegaron al pajar sin ser visto. Durante aquel día las familias fueron organizándose y de noche unos cuantos se fueron concentrando en la serrería de Alós. Desde la Molina continuaron hasta la borda de Socampo. Allí se pudieron resguardar de la lluvia. Por la mañana, ya con sol, continuaron el viaje montaña arriba, hasta que pronto encontraron nieve.

Casa Jaumetó: "cuando él llegó pasamos hacia el pajar, que allí había otra puerta falsa [...] ya sabíamos a qué hora llegaba, y le explicamos la situación, él dijo «pués nos marchamos, nos marchamos, nos marchamos corriendo»" (Mercè Comenge Fortet, enero 2008)

Casa Sanet: "Salimos de aquí [del pueblo de Alós] pienso que debían ser las dos o las tres de la mañana y un recuerdo que tengo que la abuela, abajo teníamos gallinas y para no perder tiempo desangrándolas, les cortó el cuello y las cabezas saltaban a un lado y el cuerpo hacia el otro, una escena de ... horrible, digamos." (Antoni Palacín Cortina, agosto 2007)

Los que se quedan y los que se marchan: "Estaba allí [en casa] y todos me llamaban desde la calle, bueno ya lo sabía del día antes [...] que querían marcharse sí, todos bajaban por esta calle de atrás y todos me llamaban y yo lloraba porque se marchaban y los acompañé un poco [...] allí nos acabamos de despedir y ya digo yo llorando, y yo para acá y los otros hacia allí" (Antònia Caujola Juanati, mayo 2008)

La nieve en el puerto: "A la pequeña [Pilar, la sobrina] mi hermano se la puso... tenía un mes... subíamos la montaña y había nieve en la montaña y entonces se la puso dentro de la camisa... [silencio] ¡Sí!” (Palmira Llorens Teig, mayo 2008, traducido del francés)

El día 27 de mayo atravesaron el puerto de Salau. Iniciaron el descenso y aquella noche, algunos durmieron en la borda de Pouilh, a medio camino entre el puerto y el pueblo de Salau.

El día 28 llegaron a Salau y, seguramente, encontraron a los gendarmes por primera vez. Las mujeres y niños de casa Jaumetó, Antònia Vidal, sus hijos Maria y Joan Cortina y Mercè Comenge continuaron inmediatamente el viaje hacia Seix. El motivo fue el estado de gravidez y de salud de Antònia Vidal, que necesitó asistencia médica en Seix y cuatro días de reposo en el hospital de Saint-Girons. El resto de refugiados no fueron fichados aquel día, seguramente llegaron a un acuerdo con los gendarmes a los que conocían de los negocios de la frontera. Las familias permanecieron alojados en casas de Salau y los cabezas de familia se quedaron escondidos en la montaña. En el momento en que decidieron continuar su viaje hacia el interior de Francia, las familias se separaron. Los hombres jóvenes permanecieron escondidos en las montañas y las mujeres, los niños y los viejos fueron trasladados de Salau a Seix en autobús. En Seix las autoridades tomaron nota de sus datos personales, pasaron una revisión médica y fueron vacunados contra la viruela. Al día siguiente, cogían el tren en Saint Girons con destino a la ciudad de Clermont-Ferrand donde serían acogidos en el Centre d’hébergement des refugiés espagnols, instalado desde 1937 en el antiguo cuartel Gribeauval.
Los hombres jóvenes continuaron escondidos en las montañas todo el verano, observando la situación e intentando recuperar algo de ganado que entrarían clandestinamente a Francia y que les permitiría permanecer en el país sin ser expulsados. Finalmente casi todos entraron en Francia clandestinamente para reunirse con sus familias.

En el pueblo de Salau: "no había nada, era verdaderamente un desierto, dos o tres casas que mi hermano mayor conocía porque hacía un poco de contrabando" (Palmira Llorens Teig, mayo 2008, traducido del francés)

Alojados en Salau: "Bajamos a Salau, y en Salau no sabíamos si nos marchábamos o si nos quedábamos, entonces mi hermano mayor [Nando Llorens] que estaba escondido con Sanet, estaban escondidos en la montaña y decían «no os marchéis todavía, no os dejéis ver, que quizás allí bajo la policía se marchará, Franco se marchará y podremos volver a casa. Y finalmente ellos se quedaron en la montaña" (Palmira Llorens Teig, mayo 2008, traducido del francés)

Verano en la montaña: "mi padre vivió todo el verano aquí, para ver si podía salvar algún animal, porque tenían mucho ganado, unas trescientas ovejas, cabras, vacas y yeguas, gallinas, y él pensaba que quizá la situación se calmaría y podríamos regresar, pero después hubo... se retiró igualmente hacia Francia y allí vivía clandestino, la policía le habría cogido." (Antoni Palacín Cortina, agosto 2007, traducido del catalán)

5. La vida en un cuartel de Clermont-Ferrand

El Centre d’hébergement des refugiés espagnols,de Clermont-Ferrand se puso en marcha el año 1937 en el cuartel Gribeauval, en desuso a causa del desarme posterior a la Primera Guerra Mundial. Se encontraba en la avenida Carnot, una calle muy transitada. En la entrada había una valla de hierro con dos pequeños edificios de control a ambos lados. Los gendarmes custodiaban la puerta. Los refugiados, aunque habían de respetar unos horarios, tuvieron libertad para salir al exterior del recinto hasta que se produjo la retirada y el exilio de febrero de 1939, momento en el que hubo un notable incremento de internados. Al frente del centro había un director que era francés. El edificio principal del cuartel sirvió de alojamiento. Eran habitaciones grandes con literas, una habitación era para los chicos y los hombres mayores que estaban solos, y otra para las mujeres, los niños y algunos matrimonios mayores. Además de estas habitaciones comunitarias, había alguna habitación pequeña ocupada sólo por una familia.

Alojamiento: "Era una sala mayor que el comedor, mayor uy sí, y allí había 30 ó 40 camas, en una las chicas y las mujeres y los chicos estaban aparte, en otro sitio como aquel pero aparte y los viejos y las mujeres dormían juntos, los de Alós dormían juntos" (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del catalán)

Alojamiento: "Allí había habitaciones individuales, donde dormíamos nosotros, dormíamos mi madre, yo, y mi tía, todos en la misma habitación. Después también había habitaciones un poquito mayores que eran con literas, bueno con camas o... habitaciones mayores donde había diez o doce o más. Nosotros teníamos una habitación pequeña... bueno, pequeña tampoco, pero bueno no era muy grande, sí" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

La cocina era grande y no estaba situada en el mismo edificio donde estaban las habitaciones. Al lado había un almacén para los víveres del que se encargaba Maria Gausiach de Isil; estaba bien organizado y con estanterías llenas de alimentos. Nos consta que trabajaron en la cocina Remedios Cerdà Opistan de Tavascan, Marcel·lina Llorens Teig d'Alós, y Camila Perot d'Estaon. Por la mañana se servía un desayuno a base de café con leche que se distribuía en unas tazas metálicas, después la comida y la cena se servía en un gran comedor. Para merendar se repartía una rebanada de pan con chocolate. El recuerdo que tienen los informantes con respecto a la comida es que era abundante y elaborada. Diversas chicas servían la comida y se encargaban de recoger los platos al finalizar. Entre las chicas que hacían esta tarea estaban Mercè Comenge Fortet, de València d'Àneu, Rosa Llorens Teig, de Alós y Teresa Larriba Cerdà de Tavascan.

Despensa: "El almacén estaba en el mismo edificio pero cerca de la cocina, pero en planta baja eh. ¡Sí, allí, allí había unas estanterías llenas de chocolate, tarros de leche, de mermelada y muchas cosas eh!” (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

Cocina y almacén: "Ella [Camil·la Perot] era la encargada de la cocina, ella era la cocinera. Y entonces Torreta de Gil, estaba en el almacén. Como Torreta de Isil sabía hablar el francés y mi madre también, así se entendían con los jefes" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

Comida: "Había visto a veces poner unos bistecs o de toro o de buey, bistecs grandes allí en aquella cazuela a freír y no nos faltaba nada" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008)

Dentro de y fuera del centro
Muchas de las mujeres que estaban refugiadas en el centro realizaban tareas cotidianas como limpiar las habitaciones, ayudar en la cocina o repartir la comida. Estos trabajos no eran remunerados. En cambio las cocineras percibían un pequeño sueldo por su trabajo. Los trabajos remunerados los tenían las personas que sabían hablar francés. También había refugiadas que trabajaban cosiendo y haciendo punto dentro del centro, como fue el caso de Amparo Marsan Ordi, de casa Paredé de Son. Una mujer de Clermont-Ferrand les encargaba la confección de piezas de punto y les pagaba el trabajo. Algunas mujeres trabajaron fuera del centro, como Mercè Comenge que, durante un tiempo, salía del cuartel cada día para ir a trabajar a una casa de las afueras de la ciudad. El hecho de disponer de un pequeño sueldo permitía ir a comprar a los grandes almacenes Prisunic cosas como papel de carta, sellos, lana para hacer algún jersey o, incluso visitar el estudio de algún fotógrafo, e ir a los bailes.

Cosiendo: "Había una señora que iba allí y les daba el trabajo [...] les decía por ejemplo hacedme unos calcetines, hacedme un jersey, hacedme eso, hacedme aquello. Ella se llevaba los encargos y les daba algún dinero que lo utilizaban para comprar alguna cosa" (Josep Rosell Marsan, noviembre 2007, traducido del catalán)

Costura: "Pienso, según sus cartas, que ayudaba en los trabajos diarios y que también hacía costura" (Liliane Salvetat, noviembre 2007, traducido del francés)

Servicio doméstico: "Yo fui a trabajar a una casa, dijeron que quien quisiera trabajar que trabajara, me llevaban cada día en coche, cada día por la noche y por la mañana me venían a buscar" (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del catalán)

En el Prisunic: “Salíamos a fuera. Hicimos una fotografía allí en un fotógrafo de fuera y me acuerdo que mi madre sabía hacer jerséis y fue allí al Precio Único y compró lana. ¡Estaba más contento con un jersey alto que tenía una cremallera, iba hasta aquí tapado, ay qué contento estaba, me sentía bien vestido con aquel jersey! [...] el Precio Único, unos almacenes. ¡Era bastante grande, tenía dos o tres pisos, allí había de todo allí!" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

En el baile: "Después allí había dos chicos que nos acompañaban al baile también. (...) Eran españoles eran de familias españolas (...) y nos llevaban al baile y había muchas parejas y bailaban y cuándo ya habíamos bailado suficiente, antes que llegara la hora de volver, nos marchábamos..." (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del catalán)

Con la llegada de los refugiados procedentes de la retirada de febrero de 1939, se prohíbe el acceso al exterior y se restringen al máximo las salidas del centro. Ángel Marqués, deberá abandonar la escuela francesa próxima a Gribeauval, donde cursaba sus estudios. A partir de entonces asistirá a las clases que una miliciana, junto con otros maestros, impartían en medio del patio del cuartel. Las condiciones de vida dentro del cuartel, empeoraron con el incremento del número de personas acogidas. De todas maneras, las condiciones en el cuartel Gribeauval y en general en los diferentes centros de acogida existentes en muchos departamentos franceses distan mucho de ser lamentables como las de los campos de concentración de 1939. Los refugiados que necesitaron atención sanitaria fueron siempre bien atendidos en el hospital de Clermont-Ferrand, el Hôtel-Dieu.

Escuela en el patio: "Recuerdo que había una chica, una chica, que quizás tendría unos treinta años, que era miliciana (...) al principio cuando estábamos solos, bueno cuando sólo estábamos los de aquí, los del valle de Àneu y de aquí, no había demasiados niños de mi edad, entonces iba a una escuela francesa y cuando vino toda la desbandada, entonces nos hacían clase en español en el patio" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

En el Hospital: "Sí, nos visitaba un médico (...) no lo entendía pero se hacía entender, no sé cómo explicárselo, todos poníamos un poco de nuestra parte. Había un chico español que llevaba muchos años viviendo allí, me venía a ver, era un pretendiente, me venía a ver y él explicaba a los médicos como me encontraba, sí, sí." (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del francés)

6. El final de la estancia en el cuartel Gribeauval de Clermont-Ferrand

La mayoría de los 113 refugiados pallareses que estuvieron acogidos en el Centre d’hébergement des réfugies espagnols de Clermont-Ferrand, tenían parientes residentes en Francia. Para abandonar el centro de acogida hacía falta que algún pariente se hiciera cargo del transporte, el alojamiento y la manutención. El procedimiento empezaba con una carta de reclamación del pariente, dirigida al Prefecto del departamento donde éste vivía. El Prefecto se aseguraba, a través de certificados de los ayuntamientos, de que quien efectuaba la reclamación podía hacer frente económicamente a la acogida. Una vez resueltos los trámites de la reclamación y autorizada la acogida por el prefecto de Puy-de-Dome, se preparaba la salida del cuartel.

Del grupo de 61 personas que se marcharon de Alós a finales de mayo de 1938, los primeros salieron el 22 de junio de 1938. Eran de casa Miqueu, Antònia Bringué Farré y sus hijos Maria y Joan Gallart reclamados por Antoni Bringué Farré que residía en Cazeres-sur-Garonne. Les siguieron los de casa Peian, los de casa Peiró y los de casa Cabalet. Éstos últimos se marcharon el 21 de agosto y fueron a Savenay. Teresa Cortina Roig, su suegra Teresa Badia Gaspà y sus hijos José, Antoni, Jaume y Teresa Palacín Cortina, de casa Sanet d'Alós, se marcharon hacia Granges-sur-Lot el 6 de septiembre, reclamados por Antònia Cortina y Pere Roig. Los de casa Guillem, los de casa Sans y los de casa Jaumetó también fueron reclamados y salieron de Clermont-Ferrand el año 1939. La gente de Son, de casa Bonet y casa Paredé, también fueron saliendo progresivamente, hacia la localidad de Samatan.

También hubo familias que volvieron a España como es el caso de Francesca Pujades Faidelle y su nieta Isabel Abrié, de casa Canal de Lladorre, que dejaron Clermont-Ferrand el 23 de julio de 1939. Mercè Comenge Fortet, de casa Nanroi de València d'Àneu abandonó el centro el 30 de noviembre de 1939, en un momento en que el gobierno francés quería recuperar el cuartel para el uso militar, a causa de la guerra con Alemania. El 26 de diciembre de 1939 abandonaban Gribeauval los últimos refugiados que quedaban. Entre los últimos de marcharse estaba Encarnación Gallart Roquet, de casa Miqueu d'Alós, Emília Tudel Borrut de casa Pixeu de Alós, y Camil·la Perot Pedrico, su hijo Àngel Marqués Perot y su hermana Antonieta, de casa Calatxo d'Estaon, y Maria Gausiach Robert, de casa Torret d'Isil. Estas mujeres, a causa del trabajo que desempeñaban dentro del cuartel, formaban parte de un grupo de personas imprescindibles hasta el último día de funcionamiento del centro.

7. Epílogo

Amparo Marsan Ordi permaneció más de un año en Santa-Livrada (Lot-et-Garonne) trabajando en el negocio de los familiares que habían hecho la reclamación para que saliera del cuartel Gribeauval. Volvió a Espanya para casarse con Josep Rosell, de casa Metó de València d'Àneu y tuvo un hijo. Su madre, Maria Ordi Juclà, no regresó jamás y sólo pudo ver a su nieto en una ocasión en que la familia se reunió en el Pont de Rei. Eran los años 50.

Joan Gallart Bringué, retornó a Alós el año 1966. Por las calles de pueblo se encontró un anciano de una de las familias que no se exilió. Hablaron dos minutos y cuando supo que Joan era el pequeño de casa Miqueu, se lamentó de no haberse exiliado como habían hecho muchos de sus vecinos. Aquel hombre era Joan Vidal Guisarda de casa Cantiner, la familia Vidal Guisarda fue deportada hacia Aragón por las tropas rebeldes.

Teresa Cortina Roig y su familia, fueron a vivir a Granges-sur-lot donde tenía una hermana. Su padre y su madre murieron en Son y ella no pudo asistir a los funerales. Cuándo su hijo Antoni Palacín Cortina retornó a Alós, durante unas vacaciones el año 1966, su casa todavía estaba ocupada por la Guardia Civil.

Maria Teig Solé perdió a su hijo Manel en la guerra civil. Cuando finalizó el conflicto, Maria volvió a Alós para estar con su hijo Josep que había vuelto del frente y de los campos de concentración. Madre e hijo encontraron la casa en un estado lamentable. Nando, el hijo mayor de Maria, viendo la situación en la que se encontraban, les hizo volver hacia Francia y abandonaron definitivamente Alós.

Josep Ruf Pubill, un chico de 13 años que trabajaba en casa Peiró d'Alós, no volvió a casa después de salir del cuartel Gribeauval. Trabajó en Cazeres-sur-Garonne durante un tiempo y posteriormente se estableció en Ciadoux. Había perdido un hermano en la guerra, Joan, y su madre, Paula Pubill, había sido asesinada por las tropas rebeldes en Montardit el 14 de mayo de 1938.

Mercè Comenge Fortet se fue a vivir a Barcelona después de abandonar el cuartel Gribeauval. En la ciudad catalana tenía dos hermanas y como ellas trabajó en el servicio doméstico. Durante la guerra había perdido a su hermana mayor, Gertrudis, asesinada por las tropas rebeldes en el Hostal de Aidí. Según cuenta ella misma lo que no sufrió en Clermont-Ferrand lo sufrió en Barcelona.

Antònia Vidal Ginesta se había marchado de Alós embarazada. Su hija Hortènsia nació en Clermont-Ferrand pero murió de difteria en el mismo Centro. Antònia y sus hijos Maria y Joan Cortina Vidal fueron a Toulouse donde los esperaba su marido Joan Cortina Esplandiu, que había entrado en Francia clandestinamente.

Maria Gallart Bringué volvió a Alós a finales de los años 60. Desde entonces retorna cada verano a Alós con su familia. Actualmente vive en Cazeres-sur-Garonne.

Camil•la Marquès Perot, su hermana Antonieta y su hijo Àngel Marquès después de salir del cuartel Gribeauval fueron conducidos hacia un campo de concentración situado en una playa de Perpiñán. Allí estuvieron hasta que fueron repatriados a Barcelona, donde permanecieron un par de semanas en el castillo de Montjuïc, a la espera de ser trasladados hasta Sort.

José María Garza Catalán, su esposa Teófila Gil Cuesta y su hijo Raymond volvieron a exiliarse a Francia en febrero de 1939, cruzando la frontera por Prats de Molló. La familia permaneció separada más de un año, mientras José María pasaba por los campos de concentración de Barcarès y Saint Cyprien y por la Compañía de Trabajadores Extranjeros 181. Raymond Garza vive en Toulouse.

Palmira Llorens Teig salió del cuartel Gribeauval con su madre y su hermana, gracias a la reclamación de una tía que vivía en Toulouse. Salió de Clermont-Ferrand en tren con destino Toulouse; en la estación la recibió su tía y unas horas más tarde Palmira, que tenía 17 años y no sabía hablar francés, subía a otro tren para ir a trabajar a Montauban. Actualmente Palmira vive en Toulouse.

Antoni Palacín Badia y los hermanos Nando y Jaume Llorens Teig, se quedaron escondidos en la montaña durante el verano de 1938. Consiguieron recuperar algo de ganado y lo entraron clandestinamente a Francia. Ellos también entraron clandestinamente, Antoni Palacín para ir hacia Granges-sur-Lot, y los hermanos Llorens fueron a trabajat a una granja. Con el final de la guerra civil en España pudieron regularizar su situación en Francia.

Domingo Fernández y Francisco Gonsalvez, los mineros portugueses exiliados el 30 de abril de 1938, retornaron al Pallars por el Puerto de Salau once días después de haber pasado a Francia. Domingo vivió en Esterri d'Àneu con su familia, Francisco se casó con una chica de Sorpe.