divendres, 24 d’octubre del 2008

5. La vida en un cuartel de Clermont-Ferrand

El Centre d’hébergement des refugiés espagnols,de Clermont-Ferrand se puso en marcha el año 1937 en el cuartel Gribeauval, en desuso a causa del desarme posterior a la Primera Guerra Mundial. Se encontraba en la avenida Carnot, una calle muy transitada. En la entrada había una valla de hierro con dos pequeños edificios de control a ambos lados. Los gendarmes custodiaban la puerta. Los refugiados, aunque habían de respetar unos horarios, tuvieron libertad para salir al exterior del recinto hasta que se produjo la retirada y el exilio de febrero de 1939, momento en el que hubo un notable incremento de internados. Al frente del centro había un director que era francés. El edificio principal del cuartel sirvió de alojamiento. Eran habitaciones grandes con literas, una habitación era para los chicos y los hombres mayores que estaban solos, y otra para las mujeres, los niños y algunos matrimonios mayores. Además de estas habitaciones comunitarias, había alguna habitación pequeña ocupada sólo por una familia.

Alojamiento: "Era una sala mayor que el comedor, mayor uy sí, y allí había 30 ó 40 camas, en una las chicas y las mujeres y los chicos estaban aparte, en otro sitio como aquel pero aparte y los viejos y las mujeres dormían juntos, los de Alós dormían juntos" (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del catalán)

Alojamiento: "Allí había habitaciones individuales, donde dormíamos nosotros, dormíamos mi madre, yo, y mi tía, todos en la misma habitación. Después también había habitaciones un poquito mayores que eran con literas, bueno con camas o... habitaciones mayores donde había diez o doce o más. Nosotros teníamos una habitación pequeña... bueno, pequeña tampoco, pero bueno no era muy grande, sí" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

La cocina era grande y no estaba situada en el mismo edificio donde estaban las habitaciones. Al lado había un almacén para los víveres del que se encargaba Maria Gausiach de Isil; estaba bien organizado y con estanterías llenas de alimentos. Nos consta que trabajaron en la cocina Remedios Cerdà Opistan de Tavascan, Marcel·lina Llorens Teig d'Alós, y Camila Perot d'Estaon. Por la mañana se servía un desayuno a base de café con leche que se distribuía en unas tazas metálicas, después la comida y la cena se servía en un gran comedor. Para merendar se repartía una rebanada de pan con chocolate. El recuerdo que tienen los informantes con respecto a la comida es que era abundante y elaborada. Diversas chicas servían la comida y se encargaban de recoger los platos al finalizar. Entre las chicas que hacían esta tarea estaban Mercè Comenge Fortet, de València d'Àneu, Rosa Llorens Teig, de Alós y Teresa Larriba Cerdà de Tavascan.

Despensa: "El almacén estaba en el mismo edificio pero cerca de la cocina, pero en planta baja eh. ¡Sí, allí, allí había unas estanterías llenas de chocolate, tarros de leche, de mermelada y muchas cosas eh!” (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

Cocina y almacén: "Ella [Camil·la Perot] era la encargada de la cocina, ella era la cocinera. Y entonces Torreta de Gil, estaba en el almacén. Como Torreta de Isil sabía hablar el francés y mi madre también, así se entendían con los jefes" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

Comida: "Había visto a veces poner unos bistecs o de toro o de buey, bistecs grandes allí en aquella cazuela a freír y no nos faltaba nada" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008)

Dentro de y fuera del centro
Muchas de las mujeres que estaban refugiadas en el centro realizaban tareas cotidianas como limpiar las habitaciones, ayudar en la cocina o repartir la comida. Estos trabajos no eran remunerados. En cambio las cocineras percibían un pequeño sueldo por su trabajo. Los trabajos remunerados los tenían las personas que sabían hablar francés. También había refugiadas que trabajaban cosiendo y haciendo punto dentro del centro, como fue el caso de Amparo Marsan Ordi, de casa Paredé de Son. Una mujer de Clermont-Ferrand les encargaba la confección de piezas de punto y les pagaba el trabajo. Algunas mujeres trabajaron fuera del centro, como Mercè Comenge que, durante un tiempo, salía del cuartel cada día para ir a trabajar a una casa de las afueras de la ciudad. El hecho de disponer de un pequeño sueldo permitía ir a comprar a los grandes almacenes Prisunic cosas como papel de carta, sellos, lana para hacer algún jersey o, incluso visitar el estudio de algún fotógrafo, e ir a los bailes.

Cosiendo: "Había una señora que iba allí y les daba el trabajo [...] les decía por ejemplo hacedme unos calcetines, hacedme un jersey, hacedme eso, hacedme aquello. Ella se llevaba los encargos y les daba algún dinero que lo utilizaban para comprar alguna cosa" (Josep Rosell Marsan, noviembre 2007, traducido del catalán)

Costura: "Pienso, según sus cartas, que ayudaba en los trabajos diarios y que también hacía costura" (Liliane Salvetat, noviembre 2007, traducido del francés)

Servicio doméstico: "Yo fui a trabajar a una casa, dijeron que quien quisiera trabajar que trabajara, me llevaban cada día en coche, cada día por la noche y por la mañana me venían a buscar" (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del catalán)

En el Prisunic: “Salíamos a fuera. Hicimos una fotografía allí en un fotógrafo de fuera y me acuerdo que mi madre sabía hacer jerséis y fue allí al Precio Único y compró lana. ¡Estaba más contento con un jersey alto que tenía una cremallera, iba hasta aquí tapado, ay qué contento estaba, me sentía bien vestido con aquel jersey! [...] el Precio Único, unos almacenes. ¡Era bastante grande, tenía dos o tres pisos, allí había de todo allí!" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

En el baile: "Después allí había dos chicos que nos acompañaban al baile también. (...) Eran españoles eran de familias españolas (...) y nos llevaban al baile y había muchas parejas y bailaban y cuándo ya habíamos bailado suficiente, antes que llegara la hora de volver, nos marchábamos..." (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del catalán)

Con la llegada de los refugiados procedentes de la retirada de febrero de 1939, se prohíbe el acceso al exterior y se restringen al máximo las salidas del centro. Ángel Marqués, deberá abandonar la escuela francesa próxima a Gribeauval, donde cursaba sus estudios. A partir de entonces asistirá a las clases que una miliciana, junto con otros maestros, impartían en medio del patio del cuartel. Las condiciones de vida dentro del cuartel, empeoraron con el incremento del número de personas acogidas. De todas maneras, las condiciones en el cuartel Gribeauval y en general en los diferentes centros de acogida existentes en muchos departamentos franceses distan mucho de ser lamentables como las de los campos de concentración de 1939. Los refugiados que necesitaron atención sanitaria fueron siempre bien atendidos en el hospital de Clermont-Ferrand, el Hôtel-Dieu.

Escuela en el patio: "Recuerdo que había una chica, una chica, que quizás tendría unos treinta años, que era miliciana (...) al principio cuando estábamos solos, bueno cuando sólo estábamos los de aquí, los del valle de Àneu y de aquí, no había demasiados niños de mi edad, entonces iba a una escuela francesa y cuando vino toda la desbandada, entonces nos hacían clase en español en el patio" (Àngel Marqués Perot, mayo 2008, traducido del catalán)

En el Hospital: "Sí, nos visitaba un médico (...) no lo entendía pero se hacía entender, no sé cómo explicárselo, todos poníamos un poco de nuestra parte. Había un chico español que llevaba muchos años viviendo allí, me venía a ver, era un pretendiente, me venía a ver y él explicaba a los médicos como me encontraba, sí, sí." (Mercè Comenge Fortet, enero 2008, traducido del francés)