divendres, 24 d’octubre del 2008

7. Epílogo

Amparo Marsan Ordi permaneció más de un año en Santa-Livrada (Lot-et-Garonne) trabajando en el negocio de los familiares que habían hecho la reclamación para que saliera del cuartel Gribeauval. Volvió a Espanya para casarse con Josep Rosell, de casa Metó de València d'Àneu y tuvo un hijo. Su madre, Maria Ordi Juclà, no regresó jamás y sólo pudo ver a su nieto en una ocasión en que la familia se reunió en el Pont de Rei. Eran los años 50.

Joan Gallart Bringué, retornó a Alós el año 1966. Por las calles de pueblo se encontró un anciano de una de las familias que no se exilió. Hablaron dos minutos y cuando supo que Joan era el pequeño de casa Miqueu, se lamentó de no haberse exiliado como habían hecho muchos de sus vecinos. Aquel hombre era Joan Vidal Guisarda de casa Cantiner, la familia Vidal Guisarda fue deportada hacia Aragón por las tropas rebeldes.

Teresa Cortina Roig y su familia, fueron a vivir a Granges-sur-lot donde tenía una hermana. Su padre y su madre murieron en Son y ella no pudo asistir a los funerales. Cuándo su hijo Antoni Palacín Cortina retornó a Alós, durante unas vacaciones el año 1966, su casa todavía estaba ocupada por la Guardia Civil.

Maria Teig Solé perdió a su hijo Manel en la guerra civil. Cuando finalizó el conflicto, Maria volvió a Alós para estar con su hijo Josep que había vuelto del frente y de los campos de concentración. Madre e hijo encontraron la casa en un estado lamentable. Nando, el hijo mayor de Maria, viendo la situación en la que se encontraban, les hizo volver hacia Francia y abandonaron definitivamente Alós.

Josep Ruf Pubill, un chico de 13 años que trabajaba en casa Peiró d'Alós, no volvió a casa después de salir del cuartel Gribeauval. Trabajó en Cazeres-sur-Garonne durante un tiempo y posteriormente se estableció en Ciadoux. Había perdido un hermano en la guerra, Joan, y su madre, Paula Pubill, había sido asesinada por las tropas rebeldes en Montardit el 14 de mayo de 1938.

Mercè Comenge Fortet se fue a vivir a Barcelona después de abandonar el cuartel Gribeauval. En la ciudad catalana tenía dos hermanas y como ellas trabajó en el servicio doméstico. Durante la guerra había perdido a su hermana mayor, Gertrudis, asesinada por las tropas rebeldes en el Hostal de Aidí. Según cuenta ella misma lo que no sufrió en Clermont-Ferrand lo sufrió en Barcelona.

Antònia Vidal Ginesta se había marchado de Alós embarazada. Su hija Hortènsia nació en Clermont-Ferrand pero murió de difteria en el mismo Centro. Antònia y sus hijos Maria y Joan Cortina Vidal fueron a Toulouse donde los esperaba su marido Joan Cortina Esplandiu, que había entrado en Francia clandestinamente.

Maria Gallart Bringué volvió a Alós a finales de los años 60. Desde entonces retorna cada verano a Alós con su familia. Actualmente vive en Cazeres-sur-Garonne.

Camil•la Marquès Perot, su hermana Antonieta y su hijo Àngel Marquès después de salir del cuartel Gribeauval fueron conducidos hacia un campo de concentración situado en una playa de Perpiñán. Allí estuvieron hasta que fueron repatriados a Barcelona, donde permanecieron un par de semanas en el castillo de Montjuïc, a la espera de ser trasladados hasta Sort.

José María Garza Catalán, su esposa Teófila Gil Cuesta y su hijo Raymond volvieron a exiliarse a Francia en febrero de 1939, cruzando la frontera por Prats de Molló. La familia permaneció separada más de un año, mientras José María pasaba por los campos de concentración de Barcarès y Saint Cyprien y por la Compañía de Trabajadores Extranjeros 181. Raymond Garza vive en Toulouse.

Palmira Llorens Teig salió del cuartel Gribeauval con su madre y su hermana, gracias a la reclamación de una tía que vivía en Toulouse. Salió de Clermont-Ferrand en tren con destino Toulouse; en la estación la recibió su tía y unas horas más tarde Palmira, que tenía 17 años y no sabía hablar francés, subía a otro tren para ir a trabajar a Montauban. Actualmente Palmira vive en Toulouse.

Antoni Palacín Badia y los hermanos Nando y Jaume Llorens Teig, se quedaron escondidos en la montaña durante el verano de 1938. Consiguieron recuperar algo de ganado y lo entraron clandestinamente a Francia. Ellos también entraron clandestinamente, Antoni Palacín para ir hacia Granges-sur-Lot, y los hermanos Llorens fueron a trabajat a una granja. Con el final de la guerra civil en España pudieron regularizar su situación en Francia.

Domingo Fernández y Francisco Gonsalvez, los mineros portugueses exiliados el 30 de abril de 1938, retornaron al Pallars por el Puerto de Salau once días después de haber pasado a Francia. Domingo vivió en Esterri d'Àneu con su familia, Francisco se casó con una chica de Sorpe.